jueves, 29 de septiembre de 2011

CAPÍTULO VI: Última Declaración.

RIMA LXXI
No dormía; vagaba en ese limbo
en que cambian de forma los objetos,
misteriosos espacios que separan
la vigilia del sueño.

Las ideas que en ronda silenciosa
daban vueltas en torno a mi cerebro,
poco a poco en su danza se movían
con un compás más lento.

De la luz que entra al alma por los ojos
los párpados velaban el reflejo;
pero otra luz el mundo de visiones
alumbraba por dentro.

En este punto resonó en mi oído
un rumor semejante al que en el templo
vaga confuso al terminar los fieles
con un amén sus rezos.

Y oí como una voz delgada y triste
que por mi nombre me llamo a lo lejos,
y sentí olor de cirios apagados,
de humedad y de incienso.

Pasó la noche, y del olvido en brazos
caí, cual piedra, en su profundo seno.
No obstante al despertar exclamé: “¡Alguno
que yo quería ha muerto!”







Gustavo Adolfo Becquer.






***
Balas perforando mi cuerpo, eso se me antojan los granos de arena que surcan el aire e impactan en el fondo del vaso. Sólo un segundo menos, y la angustia vuelve a besarme en los labios y la vida me saca la lengua. Me siento tentado a cerrar los ojos y dejarme llevar, no volver a abrirlos hasta que muera el último segundo y esperar su llegada con una sonrisa.
Jamás pensé que doliese tanto alcanzar el horizonte. Me siento atraído irremediablemente hacia algo inmenso que distorsiona de forma cruel el mundo que creía conocer. El tiempo se dilata de tal modo que puedo apreciar el giro de cada grano en su ingrávido vuelo.
Mi espacio nunca había sido tan pequeño. Un agujero negro avanza a cada golpe del reloj acercando cada vez más a mí su horizonte de sucesos. Creo que podría tocarlo si extiendo suficiente los dedos…
Pero tengo miedo, y el rugir de su negrura me golpea en el rostro como un huracán que surge del aliento de algún dios embravecido.
Nunca he tenido tantas cosas por hacer como ahora, cuando el Universo se ha reducido al tamaño de mi propio cuerpo. Lo sostengo en mi mano y lo aprieto con fuerza con la vana esperanza de hacerlo estallar y que un nuevo mundo de comienzo.
Aunque no para mí.
Dentro de mi ínfimo cosmos solo queda este carboncillo, mi sangre y mi propio aliento, que envicia y enrarece el aire como si se tratase de un veneno.
Y el tiempo, que fluye imparable, pero agónicamente lento.
Ahora araño las paredes dejándote a ti, lector amado, el lento trascurrir de los segundos en forma de serpenteantes renglones que sostienen las ideas fugaces de una mente delirante y marchita.
Me marcho, eso es cierto, Y tú también lo harás. Y como nosotros cientos, miles abandonaran el mundo, pero este no detendrá su giro. Seguirá rotando, cruel e impasible, ajeno al incesante fluir de nuestras almas.
Sin derramar una lágrima.

Dana Kürten

martes, 5 de julio de 2011

CAPÍTULO V: Llegaremos tarde.




"Duerme, duerme
que yo aun no sé si estoy soñando,
¿Se vino el cielo a este lugar?
mientras tu cuerpo aún temblando.
Duerme, duerme
que seré el centinela de tus sueños,
que no hallarás allí uno mejor
que del que acabo de ser dueño.
Tu pelo derramado
llenando de azabache mi colchón,
tus uñas pintadas, tus piernas cerradas
tus pliegues en perfecto claro-oscuro,
y yo creo más en Dios
después de la fortuna
de dos cuerpos y el amor." -Ricardo Arjona.
***
Parece que el único rayo de sol que se filtra por la persiana mal cerrada ha decido practicar su puntería con mi ojo. Aunque a estas alturas ya estoy despierto y he escuchado cuatro veces los diez segundos de canción que has escogido para hacerte de despertador. No puedo evitar ponerme celoso al percibir la perfecta y masculina voz que te desea un feliz día cada mañana antes que yo.
También el vecino ha decidido salir a la calle a cerrar sus negocios con el teléfono móvil, o más bien parece que esté decidido a que su interlocutor le escuche sin necesidad de utilizar el aparato. Y el dichoso pájaro que aletea contra la ventana, y el perro del vecino que no ha tenido un buen despertar y nos lo comunica amablemente con su mejor selección de ladridos.
Sinceramente, me sorprende que sigas ahí, acurrucada. Y que tu pesada respiración luche por apagar el resto de sonidos de la ciudad. Tan tranquila, con los labios entreabiertos y los párpados gruesos ligeramente hinchados. Y la mano que, como la de una niña pequeña, enrosca el emboce de la sábana entre los dedos para ahuecarla debajo de tu cara.
En el otro extremo de la ancha cama siento que son kilómetros los que nos separan, aunque pueda rozarte solo con alargar la mano y retirarte el mechón de pelo que juguetea con cada resoplido de tus labios, pero me da miedo moverme, y despertarte, aunque creo que la casa podría caerse ahora mismo con nosotros dentro y ni siquiera te removerías.
Dudo que te pudiera despertar el séptimo de caballería.
Al final me armo de valor y deslizo mi mano por la cama, sintiendo el tacto de la sábana fría entre nosotros. Deslizo delicadamente mi brazo sobre tu cadera y, como si hubiese accionado un resorte, de forma automática, tu cuerpo se acomoda sin abrir los ojos, se acurruca contra mi pecho y hundes el rostro en mi cuello, sin importante respirar el aire enrarecido de mis pulmones.
Hace veinte años mi mayor deseo era tenerte así, acurrucada a mi lado, con el sol bañando tus mejillas y las motas de polvo en suspensión centelleando como virutas de oro a tu alrededor, como si Zeus pretendiese tomar de nuevo a una nueva Dánae descuidada ya entrada en años.

Quizá tú no tengas la figura de entonces, y tu respiración se haya vuelto mas continúa y profunda al dormir, aunque no llegues a roncar; y tu ropa ya no sea tan atrevida como antes, y ya no salgamos a bailar. Yo he cambiado mucho pelo de menos por varios kilos de más, y ya no soy tan divertido como era antes, me he vuelto más gruñón y soy menos rebelde. Ya no escucho rock, creo que me estoy acomodando.
Tus brazos me rodean y a mi me falta el aire. Sonrío como un idiota y ya no me importan nuestras discusiones diarias por la comida, la lavadora, el fútbol o los niños. No me agobia la hipoteca que pagamos a duras penas, ni que el pintor nos haya dejado colgados con el salón a medio terminar, ni el grifo que gotea, ni siquiera esa maldita plaga de hormigas que no sé como controlar.
Veinte años de matrimonio vuelven a tener sentido.
Y ya no me importa el rayo de sol, ni el vecino y sus problemas, ni el pájaro atleta, ni el perro histérico, ni siquiera la voz sensual que te da los buenos días y me hace temer que un día me abandones por alguien más guapo, joven, alto y listo que yo. Tal vez un figurín de gimnasio con todo el pelo en su sitio y ese flamante descapotable rojo que siempre has deseado y que has acabado sustituyendo por un Renault de segunda mano que ni siquiera es rojo.
El despertador vuelve a sonar. Lo apago sin mirar de un manotazo. Sonriendo triunfante al rival en tu teléfono.
Hoy llegaremos tarde a trabajar.

Dana Kürten
***
Por que los amores más bellos son los más sencillos...
... A mis padres.
EL DESAYUNO


Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más,
tanto que casino puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
"Tengo un hambre feroz esta mañana.

Voy a empezar contigo el desayuno".
Luis Alberto de Cuenca

lunes, 4 de julio de 2011

CAPÍTULO IV: Noche de tormenta.


"Dulces íntimos anillos del abrazo de serpiente,
al yacer dos corazones que suspiran y anhelan." -Dante Gabriel Rossetti.
***


Deja que el mundo se detenga en un momento.
Ven, bésame y deja que el mundo se destruya
sacudiendo el Universo en un suspiro,
quemando lo vivido cada noche.

Deja que el mundo se detenga en un segundo
y en la calle corran ríos de gente desalmada.
Deja a los gemidos golpear con odio y furia
Y encontrémonos en un instante, cara a cara.

Tú y yo, frente a frente, uno a uno.
Riéndonos con fuerza de los miedos.
Convirtiendo cada sueño en un campo de batalla.

Dana Kürten

martes, 10 de mayo de 2011

CAPÍTULO III: Huesos y Cuervos.

"De nada sirve morir. Hay que hacerlo a tiempo." Jules Renard.
***


La noche,
Me envuelve en sus brazos,
Me hunde en el pecho su fría guadaña.

Huesos,
Angustiosos crujidos sesgando el silencio,
Lastimeros aullidos del viento,
Que gime, que llora, que huye,
Que busca desesperado.

Un recuerdo,
Delirios de lunas bañando mi cuerpo.
Relámpagos apuñalando el cielo.
No los veo, los huelo.
Hieden a derrota y a miedo.

Despierto,
Tierra húmeda oprimiendo mi aliento.
Uñas hundiéndose en la tibia madera,
Cercenando paredes que estrechan mi alma.

Grito,
Mi voz resuena en mis oídos, fuera
Nada.

Perturbaciones lejanas de un eco
Resonando en la noche,
Vacío, muerto.

Esmalte carmesí tiñendo mis dedos.
Olor de flores y de aire viciado,
Olor de cementerio
Acompañado de graznidos de cuervos.

Me rindo.
Las fuerzas me abandonan.

No existo.
Nadie vendrá a buscarme,
Nadie a salvarme.

Estoy solo.

No les culpo,
Adelantaron llantos y rezos.

Cierro los ojos,

Me pesan.

Tengo sueño.

***
"A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa." Edgar Allan Poe.

Dana Kürten

martes, 26 de abril de 2011

CAPÍTULO II: Ave, César.

Que trata sobre la impotencia de un hombre ante la gratuita y sangrienta crueldad del ser humano.







"Por casualidad, a mediodía asistí a una exhibición, esperando un poco de diversión, unos chistes, relajarme... Pero salió todo lo contrario... Estos peleadores de mediodía salen sin ningún tipo de armadura, se exponen sin defensa a los golpes, y ninguno golpea en vano... Por la mañana echan los hombres a los leones; al mediodía se los echan a los espectadores. La multitud exige que el victorioso que ha matado a sus contrincantes se encare al hombre que, a su vez, lo matará, y el último victorioso lo reservan para otra masacre. Esta clase de evento toma lugar estando casi vacías las gradas... Al hombre, sagrado para el hombre, lo matan por diversión y risas."Séneca.





***





…La sangre corre, la siento. Oigo los gritos de los menos afortunados, oigo como sucumben, como perecen. Para ellos Helios no brillará de nuevo. Observo el vasto escenario que se extiende ante mí, recortado por los barrotes que se interponen a mi visión, los mismos barrotes que me condenan, que me separan del mundo que hay fuera, el mundo que me ve como una bestia, los mismos barrotes a los que ahora me aferro con fuerza mientras veo a mis amigos caer.





De nuevo escucho el sonido metálico, esa macabra melodía que lo envuelve todo. Metal contra metal, incesante. Todo cambia, otro sonido, un acorde final compuesto por el mismísimo Hades: El sonido del metal hundiéndose en la carne, el crujido de los huesos al partirse, un aullido de dolor, un corazón que se detiene, el grito de júbilo de un público exaltado, un público extasiado por el olor metálico y el sabor dulzón que envicia el aire. Me alegro por mi compañero, el que ha perecido, que al contrario que su asesino, no tendrá que batirse un nuevo día contra un amigo.



Es mi turno, lo sé porque los barrotes que me cercan se han abierto, pero no hacia la libertad, se han abierto hacia la muerte. Este es mí sino, el día de mí nacimiento la parca tejió el final de mi tapiz, no tenía escapatoria, estaba condenado desde aquel día y todo por la marca que mis padres ostentan en su brazo, una marca que indica lo que eran, y lo que por herencia soy yo: Un esclavo, hijo de esclavos, el hijo de dos hombres sencillos apresados en una guerra. Y aunque yo nací como ellos, como todos los que gobiernan, aunque la vida fluye por mis venas, mi sangre debe de contaminarla demasiado como para no permitirme, ni siquiera, disfrutarla.



Noto la arena entrar por mis sandalias, una arena cálida que será mi tumba. Miro a mí alrededor: Rostros expectantes, sedientos de sangre, gentes que se creen importantes, túnicas blancas, togas violetas, mentiras, falsedades, meras máscaras, hombres que fingen ser correctos, asesinos que disfrutan viendo como nos matamos como animales…



… Quizá eso es lo que somos, simplemente animales. Cuando miro sus vidas vacías y sus mentes podridas no puedo evitar enorgullecerme de mi contaminada sangre y pienso, aún con esperanza, si algún rostro de aquellos compondrá una mueca de dolor cuando me vaya, si alguien se alzará y despertará para huir de esa barbarie.Un chasquido corta el aire y me golpea la espalda, me retuerzo en el suelo de dolor. Me estaba entreteniendo demasiado y al público no le gusta eso. Mi mente deja de captar las palabras que a coro corean mis verdugos. Unas rejas caen y me encierran de nuevo, como a un animal. El dolor se detiene y puedo levantarme para observar a mi contrincante: la bestia, sus rasgos se me antojan más humanos que los de los que nos contemplan, con sus poderosas garras, con sus afilados dientes...



Me preparo, sujeto la espada con fuerza y planto cara a mi adversario. El juego limpio no gusta, hace tiempo que lo he descubierto. Suspiro y me resigno, solo será una batalla más: la última.





Pero no me tocaba perder a mí, algún dios no lo quiso y es mi espada la que se hunde en el cuerpo de aquel animal. Siento lástima. Es otro esclavo, como yo. Entrenado para matar, comprado para morir. Triste era nuestro sino. El público abuchea decepcionado. No les he dado su carnaza, sonrío satisfecho al ver que no he servido para alimentarles sus sádicos caprichos, ellos deseaban ver al gladiador despedazado entre las garras de aquella bestia, pero no lo han conseguido. Mis ojos se dirigen a la figura que se sienta en lugar presidencial, que se levanta y me mira con asco. Mi brazo se alza respetuoso mientras veo su pulgar ordenar mi ejecución.





-Ave, César.





Y me llevo un regalo de este mundo, la lágrima que cae del rostro de una joven doncella mientras un silbido y un fatídico resplandor acerado le dan un final a mi trágica existencia.




Dana Kürten





"La crueldad de la mayoría de la gente es carencia de la imaginación. Su brutalidad es ignorancia." –Kurt Tucholsky.




"La crueldad, como cualquier otro vicio, no requiere ningún motivo para ser practicada." –Mary Ann Evans.












jueves, 14 de abril de 2011

CAPÍTULO I: Partida de media noche.




Que trata sobre una curiosa reunión familiar en la que salen a la luz varios trapos sucios y un inesperado resultado para una partida de cartas.




"El triunfo depende en una tirada de dados del destino; el premio máximo es un lugar en el paraíso" –Friedrich Nietzsche




***




-Veo tu apuesta y subo seis.

-Está bien. Las veo. ¿Qué lleva? –Silencio- ¡Mierda!

-No se puede ganar siempre –Risas- ¿Vuelvo a repartir?

-Reparte.

-¿No lo echas de menos? ¿No añoras tu antiguo hogar? ¿No deseas volver?

-Apuesto cinco. –Suspiro- No voy a negarle que alguna vez he pensado en volver a casa. Lo siento especialmente por mis hermanos. Los extraño mucho. En especial a Rafael. Él siempre fue el más afín a mi… causa.

-Pero nunca aprobó tus métodos. Reconozco que alguna vez temí que él también nos abandonara. ¿Cuántas quieres?

-Hay quien no está dispuesto a pagar el precio que cuesta una auténtica revolución. Dame dos.

-Ahí tienes.

-¿Por qué me mira de ese modo?

-A pesar de tus cicatrices sigues siendo hermoso. Siempre fuiste el más hermoso.

-Sí… Bueno…

-No me dejaste otra opción.

-Sabía que apostaba fuerte al desafiarle, Padre. Asumo todas las consecuencias.

-Sentí mucho tu pérdida. Aunque no te lo creas. Veo tus cinco y subo otras cinco.

-Las veo. Y no se ponga sentimental. Reconozca que ahora es todo mucho más… interesante.

(Risas)

-Tiene su aliciente, sí.

-A veces dudo, y creo que me precipité y que debería haber seguido a su lado, seguir el camino que había marcado para mí… A veces siento que me faltan. Que nada de esto me llena realmente. Que no termino de encontrar lo que buscaba. No me siento… completo.

-¿Y no regresas?

-No puedo, padre. Mi oposición es necesaria. Lo sabe. Sin mí todo se desmoronaría. Me necesita donde estoy para ser quién es… igual que yo le necesito a usted.

-Es un modo de verlo.

-Es el modo de verlo. ¿Qué lleva?

-Dobles parejas. ¿Por qué sonríes de ese modo?

-Trío… de seises.

(Risas)

-Eso me recuerda una cosa.

-Diga.

-Al parecer la otra noche te pasaste un poquito con la puesta en escena. ¿No crees?

-¡Ah! ¿Eso? –Risas- Bueno, ya sabe como son. El temor es la única manera de que le respeten.

-Me gustaba más tu antigua imagen.

-La pluma pasó de moda, padre. Ya no se lleva.

-Soy un sentimental. Quiero una.

-Aquí tiene. ¿Y el pequeño cómo está? ¿Tan sacrificado y perfecto como siempre? ¿Sigue sin replicarle?

-Él nunca ha dudado de mí.

-Eso no es cierto.

-No le perdonas que te rechazara ¿verdad?

-No está en mi naturaleza perdonar.

-Era tu mejor baza, pero no pudiste llevártelo a tu terreno. Lo que le hiciste estuvo muy feo.

-Fue él quién no supo elegir a sus amigos. Fue muy fácil comprarle. Y la culpa es de usted.

-¿Mía? Apuesto diez.

-No estaba preparado. No tenía la sangre suficiente. Era demasiado débil… Además, no se haga el santo conmigo que mi actuación le vino de maravilla a sus planes. Y usted también lo puteo bastante ¿No cree? Podría haberlo evitado de haber querido.

-Fue como tuvo que ser. Era su destino. Y él lo aceptó con la valentía y la resignación que tú nunca tuviste.

-Es un cabrón. En serio. Discúlpeme, pero no entiendo como mis hermanos aún le aguantan.

-Muchos de ellos me dieron la espalda y se fueron contigo.

-Y usted tampoco lo perdona.

-Lo haría si me lo pidieran. No dejo de ofrecerlo.

(Silencio)

-Todo a esta mano.

(Silencio)

-Lo veo.

-Usted primero. Descubra.

-Póker… de reyes. –Risa- Lo siento hijo…

-Espere un momento –Silencio- Escalera de color.

-¡Maldición!

-¿Qué es eso, padre? ¡Que poca deportividad! ¡Que mal perder! Ya lo sabe… -Risas- No se puede ganar siempre.

-Últimamente no tengo una buena racha.

-Lleva siglos sin tener una buena racha. Le he sacado 53 esta noche. No está nada mal ¿No cree?

-¿Has pensado ya cómo te las vas a cobrar?

-Bueno… Es Navidad. Había pensado en suicidios. Son muy propios en esta época del año. Además… Así me aseguro de que no tenga ningún as en la manga. No me gustaría que a alguno de mis hermanitos le diera por colarse en la fiesta sin invitación. Tienen esa fea costumbre.

-Sabes que yo nunca juego con las cartas marcadas.

-No, usted es más de dados.

-Eso dicen.

(Risas)

-Un placer, padre. Como siempre.

-Luzbel…

-¿Sí?

-Buenas noches, hijo mío.

(Silencio)

-Buenas noches, padre.



Dana Kürten





"¡Cómo has caído de los cielos, Luzbel, hijo de la Aurora! ¡Has sido abatido a la tierra dominador de naciones! Tú que dijiste en tu corazón: << Al cielo subiré, por encima de las estrellas de Dios alzaré mi trono, y me sentaré en el Monte de Reunión en el extremo norte. Subiré sobre las alturas de las nubes, y seré como el Altísimo>>."







(Is 14:12-14)


"Dios no juega a los dados con el Universo"



(Albert Einstein)


"Dios no sólo juega a los dados con el Universo, si que ademas los tira dónde no podamos verlo"



(Stephen Hawking)

miércoles, 13 de abril de 2011

Prólogo.

¡¡Se inaugura oficialmente “El Espíritu de la Golosina”!!

Pero ¿Por qué el Espíritu de la Golosina? ¿Por qué ahora? Bueno, el ahora responde a varios factores. Entre ellos la recomendación de una personita muy cercana a mí y que sé yo que me quiere bien. (Que haría yo sin mi Bicho) Otro de ellos es que varias personas de mi entorno han peguntado si tenía un blog, o daban por hecho que tenía uno, dónde seguirme, así que ya toca satisfacer su petición. Solo espero que ahora no me dejen tirada. Y supongo que el más fuerte de todos es esa especie de culebrilla que tiene el escritor en el estómago. Un duendecillo bailando en la tripa, parecido al Gusano del Hambre, que nos insta a esparcir, volcar y gritar a los cuatro vientos todas las ideas que pasan por la mente en forma de palabras.

Supongo que un escritor no es un verdadero escritor hasta que se decide a abrir su caparazón, rasgarse las venas y compartir con el mundo entero lo que salga de ellas.

¿Y por qué El Espíritu de la Golosina? Bueno, una vez que me decidí a crear este espacio faltaba ponerle un nombre. Este sitio va a recoger pedacitos de mí, así que no es una decisión que debiera tomarse a la ligera. Tenía que identificarme con este lugar, sentirlo una parte de mí, una prolongación de mi propio cuerpo, o de mi mente. Probé con varios nombres. Nombres bonitos, elegantes, complicados, románticos… Combinaciones de palabras lujosas como “Errante”, “Espejismo”, “Viajero”; o con palabras salvajes, directas y viscerales como “Cicatrices”, “Tinta”, “Sangre” y “Puñales”. Luego pensé en un nombre corto, sencillo, “minimalista”, y a la vez profundo como “El Umbral”. Pero no terminaban de convencerme. De madrugada, mientras buscaba inspiración en letras de canciones o versos de poemas, pasó fugazmente una idea por mi cabeza: “El espíritu de la golosina”.

Creo que mi reacción inmediata fue algo como: "No. Mejor, no" "… y ¿Por qué no?" Vale que la idea pudiera ser el resultado delirante de un cansancio rozando al coma a la una de la mañana después de cinco horas de clase empalmadas con una tarde exhaustiva de más de seis horas de compras, pero sonaba bien. Más que bien. Es tierno, inocente, alegre, dulce. ¿Muy cursi? Puede, según lectores, pero es una declaración de intenciones de lo que pretende ser este sitio: Un lugar ameno, dónde disfrutar e intercambiar impresiones sobre intereses comunes, un lugar donde desconectar aunque solo sea un ratito y dejar aparcados, por un momento, los horarios, las prisas, las obligaciones… El día a día ya tiene bastantes momentos tristes, lúgubres y melancólicos.

Y aunque puede que a mi estilo le pegase algo como “Las brumas oscuras” jugando con una combinación de negros, grises y azules acero, creo que ahora es un reflejo más fiel de lo que soy yo.

Diría que actualizaré una vez a la semana como mínimo, pero todos sabemos que eso no es verdad. Los escritores no entendemos de plazos. La musa es caprichosa y habrá semanas que me abandone, y otras que le falten horas al día para dar forma a todo lo que vomita en mi mente. Sólo espero que os guste y que disfrutéis leyéndolo tanto como disfrutaré yo escribiéndolo.

Bienvenidos a mi humilde reino.


"Larga vida y prosperidad"

Dana Kürten