viernes, 17 de febrero de 2012

Capítulo VIII: La Aurora.



De la mar, dulces olas viste Aurora
Testigos  de aquel día de fortuna
Mas ya no cobrará razón alguna
Lo que antaño robó tan fatal hora.

En mi alma el vano recuerdo mora,
Mancillado por la amarga Laguna,
De tiernas caricias bajo la luna
dolido, triste y ultrajado llora.

Sombra cruel, violenta y despiadada
¿Por qué me arrancaste de sus brazos?
¿Por qué me dejaste solo vagando?

Me arrojaste a una ley ya olvidada,
Me privaste de sus tiernos abrazos,
Pero más duele dejarla llorando.

Dana Kürten.


Y aquí os dejo el soneto que me sirvió de inspiración. Aunque el estilo me ha salido más Gongorino que Quevedesco.  ^^

Amor constante más allá de la muerte.

Cerrar podrá mis ojos la postrera 
Sombra que me llevare el blanco día, 
Y podrá desatar esta alma mía 
Hora, a su afán ansioso lisonjera; 

Mas no de esotra parte en la ribera 
Dejará la memoria, en donde ardía: 
Nadar sabe mi llama el agua fría, 
Y perder el respeto a ley severa. 

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido, 
Venas, que humor a tanto fuego han dado, 
Médulas, que han gloriosamente ardido, 

Su cuerpo dejará, no su cuidado; 
Serán ceniza, mas tendrá sentido; 
Polvo serán, mas polvo enamorado.

-Francisco de Quevedo-



No hay comentarios:

Publicar un comentario